miércoles, 28 de septiembre de 2011

Rubalcaba, sí - 2ª parte




Si, como parecen decir las encuestas, perdemos las elecciones, lo que yo esperaría de Rubalcaba es que se comportase en la oposición como si estuviera gobernando. En este momento hay poco margen de maniobra en los asuntos estrechamente relacionados con la economía, pero la elegancia en tratar los asuntos no tiene nada que ver con el dinero.

El clima social lo crean los políticos. Yo le pediría a Rubalcaba que hiciese oídos sordos a esa estrategia que provoca bronca para que no podamos oir la información a la que tenemos derecho. El conocimiento nos compromete y ese compromiso abre puertas a una mayor riqueza individual que redunda en lo social.

La sociedad no está dividida en bueno y malos. Tan respetables son las ideas progresistas como las conservadoras si se defienden con nobleza.

Dice John Wooden: “El éxito es el estado de paz y serenidad interior alcanzado como consecuencia de la satisfacción de saber íntimamente que has hecho todo lo que estaba en tu mano para lograr el máximo de lo que eres capaz”.

Que en campaña nos hable bajito (no somos sordos), nos explique sinceramente lo que sepa y nos pida colaboración en su proyecto.





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viernes, 9 de septiembre de 2011

Rubalcaba, Sí






Yo sí creo que Rubalcaba es actualmente el mejor político para ponerse al frente de este difícil trayecto. Su bondad es que se le entiende y se le entiende porque comparte la información que tiene.

Podría decirse que es un emprendedor, es decir, “que tiene decisión e iniciativa para realizar acciones que son difíciles o entrañan algún riesgo”.

Está demostrando capacidad para dialogar con los ciudadanos, voten a quien voten, sin caer en la trampa de reñir con aquellos que plantean otras soluciones o insultan porque no las tienen.

Creo además que es un demócrata y por ello sabe que el poder en él depositado como político, es propiedad de la sociedad. Que si se presenta para liderar un proyecto es porque entiende que la mayoría de los ciudadanos quieren recorrer ese trayecto y por ello su hoja de ruta no está escrita en clave personal sino social.

Esta diferencia es fundamental a la hora de indignarse.

Apoyo el movimiento provocado por Stéphane Hessel, pero me distancio de aquellos que proyectan un atajo para conseguir en la sociedad lo que les correspondería hacer personalmente.

Tenemos las leyes como punto de referencia para no dar pasos atrás en las conquistas sociales, pero no limitan la solidaridad de aquellos que consideran que la sociedad debería ser más solidaria todavía.

Es fácil. Nadie nos puede impedir que personalmente nos comportemos a la altura de lo que pensamos. Para asumir esa responsabilidad no se necesita compañía y si actuamos así quitamos “mando” a quien nos quita el poder de actuar ofreciéndonos atajos.

Le propondría a Rubalcaba que sembrara autoestima:

“No hay que hacer lo que se quiere, sino querer lo que se hace”.