martes, 20 de diciembre de 2011

EUGENIO - (Eu-genos: “buen destino)

Es un nombre difícil de pulsar. La ausencia de “a” limita la visión del paisaje total, y el camino impone atravesar un estrecho desfiladero hasta llegar a toda su dimensión.

Una zona común será el comienzo del recorrido donde la aparente compañía puede despistarnos. Esto tiene una determinada duración y concluida, tomaremos conciencia de la soledad que nos acompaña. La inequívoca señal será el miedo.

Generalmente el miedo solo es un sentimiento de alerta. En este caso nos avisaría de que un ciclo ha terminado y hay que avanzar. Para que sea avance deberemos llevar con nosotros, paradójicamente, aquello que tenemos que abandonar si queremos seguir caminando y esta decisión supone una caída libre, sin garantías, sin red. El temor está plenamente justificado.

Es una encrucijada que si conseguimos superar nos llevará al mismo lugar que abandonamos hace tiempo. Pero ya no será el mismo. La nueva visión del paisaje nos muestra una multitud de senderos que sugieren matices ocultos hasta ahora.

No sabemos cómo ha girado el entorno. Lo que antes era suelo ahora es el cielo y se desvela una íntima cosecha anímica. Pero, ¡atención! Es extremadamente delicado este momento. ¿Cómo interpretar una sinfonía donde la paradoja es el problema y la solución a un tiempo?.

Y en este preciso momento es cuando hace su aparición Antonio, un nombre amigo.
Antonio estaría dispuesto a ocupar el lugar principal, sustituir a Eugenio, si éste decidiera no continuar esa interesante partida de ajedrez. Suponiendo que nos fallasen las fuerzas para abrazar de frente al destino, tenemos cubiertas las espaldas por un “nombre bueno”.
Podemos decirlo de otro modo:

O directamente en primera persona (Eugenio), o escuchando a través de los otros (Antonio), descubriremos que la felicidad, como dice el filósofo, es un “círculo cuyo centro está en todas partes”.



María (dos aes a tu disposición)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu generosidad es morrocotuda MARÍA; si regalas tus dos "aes" te quedas como Mrí, que en francés no suena mal.

María dijo...

Si es generosidad no me quedo sin ellas. Tengo las originales.

Si pueden disponer de ellas es a modo de linterna para encontrar las suyas.

¡Qué bien que no suene mal en otro idioma!

María

Anónimo dijo...

También sonaría interesante en sánscrito.